LA CIGARRA Y LA HORMIGA (realidad argentina)

Está buena. Yo, desde el otro lado de la cordillera, sinceramente no entiendo. Argentina tiene recursos que mi país no tiene, tiene energía, tiene a Europa al frente, tiene la capacidad para ser potencia alimentaria (yo consumo leche y carne argentina, carne uruguaya y pollos estadounidenses), de igual a igual, el argentino es más educado que el chileno, o por lo menos lee más, y por cierto que tiene más vocabulario. En un sólo quiosco de Baires hay la misma cantidad de diarios y revistas que en cuatro quioscos de Santiago. Son potencia en el deporte. Tienen artistas notables. Lo tienen todo hasta para pasarle por encima a Brasil. Y desde afuera se ve como que no tienen claro qué dirección tomar como país.
Hasta 1950 Argentina era líder, y yo creo que ese potencial todavía está y que las nuevas generaciones, más interconectadas y abiertas al mundo, y menos "acaudillables" por los señores de discurso pomposo, cambiarán Argentina para mejor.

También creo en el cono sur como una especie de mini Unión Europea. De hecho, la eliminación de la visa entre ambos países ha permitido la integración social de una manera nunca antes vista (quizás desde tiempos de la independencia). Aquí es normal ver argentinos en la televisión como conductores, minas de farándula, comentaristas deportivos, etc. Nadie, pero es que nadie, hace drama por los argentinos, y por eso Bielsa no fue ningún drama, y a Borghi los chilenos lo adoran (hasta fue coronado Rey Huachaca, algo así como el Rey del Pueblo).
Lamentablemente, en países tan grandes, como que se mira mucho al ombligo; pero hay que mirar un poco afuera para ver otras realidades y descubrir nuevas posibilidades.

Alguien, un chileno, escribió que según la ciencia, el cuerpo humano está constituído de un 75% de agua, y el agua que consumimos argentinos y chilenos es la misma agua, de la misma nieve de las mismas montañas. La genética es una receta, un mapa de cómo somos, pero la materia de la que estamos hechos, al menos en un 75%, es la misma. Somos hermanos de Los Andes como Rómulo y Remo, hijos de la misma loba.

Yo veo con esperanza el futuro de Argentina. Y si no me cayeran bien los argentinos ni me importara Argentina, obvio que ni loco estaría en un clan argentino (!). El único problema es el acento pelotudo que tienen que es tan fácil que se pegue.