El hombre que lo sabía todo era infeliz. Sabía como ser feliz, y sabía también que la felicidad no es eterna, por lo que sabía que debía ahorrar sus energías vitales en la búsqueda de la felicidad, a pesar de saber donde encontrarla.
El hombre que lo sabía todo no tenía amigos. Los pocos amigos que tuvo los perdió cuando supo el funcionamiento de las relaciones sociales. Se aburría con ellos. Las pocas conversaciones que tuvo eran en realidad monólogos de terceras personas, ya que el hombre que sabía todo callaba y no emitía opinión. Cualquier intercambio de palabras resultaba fútil; a él no se le comprendía y él se aburría escuchando secuencias sociales trilladas.
El hombre que lo sabía todo no leía. Al tratar de leer un texto no se sorprendía; si eran textos informativos no los necesitaba, y si eran textos originales intuía de antemano la dinámica del mismo, resultándole un completo aburrimiento a medida que iba corroborando sus aciertos.
El hombre que lo sabía todo se había enamorado y sabía el dolor que causa el amor, por lo cual era solitario. Asimismo, las mujeres le rehuían. Cuando supo estar con una mujer, no entablaba conversaciones más allá de un mero Si o No para definir si usaría zapatos o sandalias para salir. Consideraba cualquier gesto de afecto como una pérdida de tiempo. Ya maduro, relacionaba el concepto de cortejo con un mero primitivismo animal.
El hombre que lo sabía todo era impertérrito ante cualquier emoción; todo entraba en las estadísticas, todo cabía en una situación anterior y en una explicación lógica de los hechos. Sabía perfectamente que no hay casualidades. Un niño enfermo de mirada triste era igual que ver una obra de arte; todo entraba dentro de lo posible en el reino de lo humano para él.
El hombre que lo sabía todo era agnóstico. Su pensamiento de lo divino era muy claro para él y muy confuso para cualquier otro. El sostenía una teoría extraña, desconocida e indescifrable. Para clarificarla a quienes no comprendían, utilizaba el término agnóstico, ya que era lo más próximo al entendimiento de la misma.
El hombre que lo sabía todo era una persona muy triste. Le faltaba la ignorancia.